jueves, 7 de enero de 2016

DOMUND -13


Querido “Taita”:

Hoy es el día del DOMUND. En las cuatro misas he estado diciendo a la gente que la iglesia tiene su razón de ser y de existir porque tiene un encargo de Jesús: el continuar predicando y construyendo  lo que Él inició: EL REINO DE DIOS. Esto es el encargo y la llamada fundamental de la iglesia y todos sus miembros participamos de la misma llamada a hacer lo mismo, en donde quiera que estemos y en todo lo que hagamos.

        Yo estoy convencido de esto y creo que es el primer y gran objetivo de la iglesia y mío, pero cuando lo digo, la gente me mira como si estuviera loco, como si fuera un  extraterrestre; pero lo más triste es que la “estructura eclesial” está en la misma onda y se burla de esto.

        Le aseguro que no he podido olvidar en todo el día a mi Ecuador, a mi gente, a mi “Taita”…  que hablaban siempre del reino, como el gran proyecto, el gran sueño por el que estaban dispuestos a dar la vida…

        Esta noche, lleno de tristeza, cuando he cerrado la puerta de mi casa, en el silencio y en mi soledad,  no he podido evitar la pregunta: “Melitón  ¿Qué haces tú  aquí?”

        Este mundo del “bienestar” apostó por el hedonismo y el relativismo y abiertamente se ríe del proyecto de Jesús y del mismo Jesús.

        Pienso que el peor ateísmo y la degradación mayor de la persona está,  no en negar a Dios, sino en prescindir de Él, considerándolo  algo inútil y sin sentido, que no merece la pena perder el tiempo en planteárselo, que es lo que aquí se impone con una fuerza enorme; no estamos en el “ocaso de Dios”, sino en el apogeo de la soberbia y la estupidez del ser humano que llega a considerar la vida como un artículo de comercio, una limitación de la libertad, o una carga insoportable.

        La respuesta a esta situación de soberbia y estupidez yo creo que es el “ayuno de Dios”: lo digo porque cuando una persona está “harta”, “hastiada”, “empachada”... lo mejor es dejarla en ayuno unos días, hasta que vuelva a sentir necesidad de llenar de nuevo el estómago y la sociedad de los “hartos”, lo que necesita es dejarnos en ayuno de Dios, hasta que se estrellen y se den cuenta que sin Él no hay salida.

        Pero esto no se entiende. Recordará que ya hablamos alguna vez de esto: los obispos viven en su pedestal, instalados en la estratosfera, creyéndose que a base de decretos y cartas pastorales se arregla todo… ¡de esto se ríe todo el mundo! Y ellos se encastillan  en la liturgia, preocupados por la pureza de los ritos.

Hay que volver a los caminos y convencernos que llevamos demasiado tiempo viviendo de las rentas, sosteniendo y defendiendo una estructura y se nos ha olvidado la persona de JESUCRISTO que ya la gente no tiene ni idea de Él.

¿Recuerda que Juan Pablo. II hubo un tiempo que habló mucho de la “Nueva Era” y en Portoviejo nos planteamos alguna vez el tema?  El  problema es más gordo de lo que imaginamos, pues se ha establecido definitivamente como la religión del sistema y la gente busca lo que mejor le conviene, cogiendo, como en un supermercado, aquello que va mejor con sus intereses.

Yo me siento como uno de esos objetos que se exponen en las estanterías del supermercado, esperando que alguien llegue, pues se creen con derecho a tener de todo para  elegir y despreciar,  incluso en temas religiosos.

El ritmo de la pastoral lo imponen los restaurantes y salones de fiestas,  para quienes trabajamos durante todo el año, para que ellos puedan llenarlos con las primeras comuniones, las bodas…

 Por otro lado, están las funerarias, pues con una población tan vieja, todos los días hay entierros, que son los que mantienen la economía de la parroquia y en la iglesia no se celebra otra cosa que el recuerdo de los difuntos y gran porcentaje de lo que se hace gira en torno a ellos.

¿Cómo quiere que yo olvide la tierra donde aprendí a ser cura y a amar a la iglesia, llena de vida y esperanza? Aquí se sigue al pie de la letra el consejo famoso:  “No te muevas porque de lo contrario, no sales en la foto” y ahí estamos:  sin saber por dónde salir, qué hacer, ni cómo responder a los retos que el momento presente plantea a la iglesia.

Este “socialismo del s. XXI” o “progresismo” –que de eso no tiene nada, ni de una cosa ni de otra-  se propusieron arrinconar a la iglesia en la sacristía y lo han logrado poniéndole a cualquier reivindicación que se hace de los valores del reino la etiqueta de “política” y, fuera de la repetición  mecánica del Ave María o del Padrenuestro,  no se puede hablar de nada, pues todo es política y, aquí se impuso un pensamiento único que lo llaman lo “políticamente correcto” que no es, sino repetir y apoyar  lo que los políticos sostienen.

No, no puedo hablarle de otra manera. Me siento triste. Quizás en otro momento me siente para contarle algo de lo positivo que se vive a nivel de calle, de gente sencilla que no aparece por ningún sitio y que, le importa un bledo las estructuras –de eso también hay- pero hoy, día del DOMUND, no puedo  hablar con alegría de ver que el encargo que nos dejó Jesús  lo estemos llevando  con alegría y con esperanza.

Esta noche cogería mi “petate” y, de buena gana amanecería en cualquier rincón de los Andes o de la selva amazónica, o de la costa ecuatoriana, fuera del protagonismo, de los puestos, de las apariencias… trabajando con los pobres, encarnado en el pueblo, como un vecino más, intentando hacer sentir en la comunidad, que el Señor vive entre nosotros, que nos quiere y nos invita a hacer lo mismo y seguir adelante luchando.

Que el Señor lo bendiga y lo cuide.

Un fuerte abrazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario