jueves, 7 de enero de 2016

PÁGINAS DE MI DIARIO -1-



Páginas de mi diario…..
Revolviendo entre mis cuadernos empiezo a encontrar cosas que escribí en un momento en que un país intentaba levantarse de un “letargo” de años en dictadura militar y el sol parecía brillar con más fuerza, y las esperanzas se volvían ardor por la patria, por lo nuevo… y todo empezó a entrar por un camino sin rumbo que precipitó al pueblo al desastre.
Cuando yo veía eso y observaba la deriva que estaba tomando, empecé a sentir vértigo, pues aquel torbellino nos llevaba al caos y, así fue: el país llegó a perder hasta su instrumento identificativo: su moneda y hubo un momento en que los acreedores se lo querían repartir.
Ahora cuando leo aquellas reflexiones que hacía con el pueblo y veo lo que estamos viviendo, siento miedo, pues a los 30 años veo que estoy de nuevo andando los mismos pasos.


EL NOVENO PUESTO EN CORRUPCIÓN  (5-05-1982)

¡¡Puschica!!
A mí me da no sé qué, nada más pensar en esto.
Recuerdo que el año pasado varios gringos, representantes de países extranjeros, dijeron que en este país no se podía invertir porque no había seguridad alguna en la economía y que aquí los capitales eran peligrosos…
Todos los políticos se pusieron furiosos y la televisión y la radio no hablaba de otra cosa sintiéndose todo el mundo muy ofendido.
¡¡Qué vergüenza!! Aquellas advertencias tenían que haberles servido para algo. ¡Pues nada! La cosa fue de mal en peor. Ahora decía por ahí alguien del exterior que si en Ecuador se frenara la corrupción de los políticos quedaría resuelto más del 80% del problema económico del país. ¡Pues tampoco se dan por enterados y a eso nadie le toca! Prefieren inventarse otra guerra con Perú para pegar otro ajuste al cinturón del pueblo, hasta sacarle el tuétano de los huesos, ya que otro jugo no le queda para sacar, antes que ajustarse ellos.
Yo no hago nada más que pensar: Cuando la gente de otros países vea, que este puñadito de seres que vivimos en  este trocito de tierra que es Ecuador, lea que somos los primeros en corrupción del continente… han de pensar que somos… No digo la palabra, porque solo oírla me hace daño, pero me avergüenza solo pensarlo, pues nuestros compatriotas que han tenido que salir para buscarse la vida fuera, se han de estar encontrando con esa imagen que estamos transmitiendo al mundo y se han de sentir señalados como gente de no fiar, como gente vaga, como gente ladrona, como gente mala… que es lo que están diciendo
¡¡¡Carajo!!! Yo siento ganas de rebelarme, de gritarle a estos sinvergüenzas que desaparezcan, que dejen de denigrar al país, de ensuciarnos el rostro y manchar nuestra dignidad de gente honrada, trabajadora y pacífica.
Pero veo que me tengo que aguantar, pues no puedo hacerlo, porque cuando me encuentro con la realidad que están montando, en la que no queda más remedio que sobrevivir, ves que les estamos dando la razón: ¿Contra quién me lanzo? ¿Contra el presidente del país? ¿Contra el gobernador de la provincia? ¿Contra el obispo?...
Pero si ya no me puedo dejar abierta la puerta de mi casa, como hacía hasta hace muy poco tiempo; si en la tienda de mi vecino me están vendiendo el gas a 10.000 sucres más caro de lo que está  ordenado y no tengo más remedio que comprarlo, porque no hay en otro sitio; si están escondiendo la sal, porque se ha hundido la carretera y no hay entrada de alimentos y nos está costando un kilogramo de sal 2.000, sucres cuando su precio es 1´20; si  en la leche, además del agua que le ponen me roban también en la medida y lo mismo hacen con la carne, el arroz, el maíz… si  todo lo que se compra es falso; si no puedo llevar nada al taller para que me lo arreglen, ni dejar un coche en un taller sin hacer el inventario de las cosas que dejo en él porque le roban las piezas del coche o del aparato que llevo a arreglar; si en el teléfono me ponen las llamadas que se les ocurre y no hay posibilidad de reclamar; si los obreros de la empresa eléctrica me cortan la luz y luego me obligan a que les pague por engancharme de nuevo y nadie les dice nada; si se están escondiendo los productos y se venden quinientas veces más caros; si vas al hospital y te obligan a comprar hasta el papel higiénico y cuando has comprado todo lo que te han pedido, se lo cogen, no te dan nada y lo venden por otro lado… ¡si aquí no funciona nada! No sigo exponiendo más cosas de las que está haciendo el pueblo mismo, viendo lo que hacen sus dirigentes. ¿Cómo voy a gritar en contra de la violencia y del atropello, si estoy viendo que una madre le ha entregado como regalo de navidad a su hijo de 8 años un revolver de los que matan? ¿Quién podrá sentirse seguro aquí? ¿Contra quién gritamos? ¿Por dónde empezamos? ¿A quién apoyamos? ¿Nos echamos a la calle? ¿Para hacer qué? ¿A exigir qué? ¿A gritarle a quién? La corrupción ha ido bajando y ha llegado ya hasta la base y cuando esto ocurre, el grito que se oye es “¡¡Sálvese quien pueda!!”
¡Ay, ay, ay!  ¡Mal asunto éste! ¿Qué futuro estamos preparando a la generación futura? ¿Qué país  les vamos a dejar?
Mi compadre  me dice que esto se arregla con mano dura, pero yo pienso que jamás la violencia puede generar la paz, ni tampoco la mano dura educa para la libertad; esto ha de hacerse a base de una educación seria en la que se establezcan principios y valores supremos de respeto, de justicia, de paz, de honradez… pero todo eso se dejó hace ya mucho tiempo considerando que era obsoleto, represivo, fruto de una educación religiosa alienante y opresora… este es el lenguaje que se esgrime por los que se llaman libertarios y en el lugar de estos valores se viene metiendo el desmadre como signo de libertad y de liberación y con ello se justifica la corrupción que hoy nos tiene en la lona.
Yo pienso que de la misma manera que entró este “aire” de falsa libertad y liberación, ha de salir por imperio de la necesidad, pues perdimos el camino y es la única forma de hacer de nuestra tierra un paraíso, pues tiene motivos y materia para serlo, pero estos ladrones nos lo han robado todo, hasta la esperanza.
Sí, ya sé que otra vez me volverás a llamar testarudo, soñador, idealista, comunista… Llámame como quieras, pero todavía estoy esperando que me demuestres que no llevo razón para que puedas permitirte el lujo de quitármela.
¿Qué no queda más remedio que emplear mano dura? ¿Por dónde empezamos? ¿Por los maestros? No estoy de acuerdo, es más pienso que debería ser el sector más cuidado del país, lo más protegido, lo mejor preparado, lo mejor pagado… pues en sus manos está el futuro, está la grandeza del país.
Pero  ¡qué tristeza! Se apoderaron de él los políticos y, obligadamente tienes que pertenecer  a un partido que tiene el “No” como norma, pero sin presentar ninguna alternativa, lo único que busca, como todos, es el engorde de sus filas y, el profesor que no pertenezca, se le amarga la existencia, a parte de que, por necesidad tiene que  aportar su cuota.
Dicho partido utiliza a los niños y a los jóvenes para armar el desorden en la calle. Da pena ver cómo pasan largas temporadas de paro y, los padres ya no saben qué hacer con sus hijos. Estos son los que piensan levantar al país.
Sí, ya sé que de nuevo vuelves a llamarme testarudo, soñador, idealista y revolucionario, pero yo no me puedo quedar tranquilo viendo a un pueblo al que quiero que lo hundan de esta manera, esto es un suicidio social. Sigue llamándome como quieras, pero todavía estoy esperando que me des una razón que demuestre que estoy equivocado y que no llevo razón.
¿Sigues diciendo que había que poner mano dura a los maestros? Y sigo diciendo que no: hay que ponerla en los políticos, en el ministerio de educación, en la universidad para que la despoliticen y preparen a la gente para servir al pueblo y no para explotarlo.
¡Discúlpenme! Es así como pienso y como lo estoy viviendo; si estoy equivocado que alguien me aclare lo que estoy sufriendo cada día con mi gente del pueblo. Yo no entiendo mucho de estas cosas, simplemente me guio por el sentido común, pues no alcanzo a arreglar apenas mi casa y aún ahí me las veo y me las deseo, pero lo que estoy viendo clama al cielo y me dice que esto no lleva si no es al desastre y al caos.
Me confieso atrasado, y por eso sigo pensando que la paz, el orden, la honradez, la limpieza de vida, el respeto… es lo único que puede hacer prosperar a un país y lo único que hace que se pueda vivir y trabajar en paz. Yo apuesto por estos valores y rechazo la violencia, el desmadre, la mentira, la corrupción, la opresión dictatorial y lucho por la libertad. Yo quiero levantarme cada día y ver a mi gente sonreír… Pero parece que esto está ya desfasado y estos valores pertenecen a una prehistoria impuesta por una religión represiva.

 

 

 

 

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